MANOS DE TERNURA
Sus caricias (algo torpes), hacen sentir la tibieza de sus dedos masajeando una cabeza. Haciendo que el pelo se acomode a los lados, reverenciando su pasaje.
Las manos bajan por la sien y se posan delante de los ojos. Se hacen borrosas por la cercanía, no pudiéndose distinguir sus límites, sin embargo se les siente llenas de vitalidad.
Cuando se posan en las rodillas aparecen nítidas, ahí toman toda su dimensión, son delgadas, con pliegues en la piel y venas que saltan en innumerables dibujos.
Son las manos de una mujer. Han vivido durante ochenta y cuatro años. Sienten la necesidad de descansar pero no se dan tregua, siempre están dispuestas a algo que se les pida.
Hace mucho, mucho tiempo atrás, acariciaron una muñeca, tomaron una cuerda y saltaron. Luego salieron a buscar la vida, el trabajo las encontró jóvenes y vigorosas. Cuando sus ojos y su corazón les hablaron de amor, supieron abrazar y caminar, estrechando las de aquel que les provocaba un desconocido cosquilleo.
Recibieron la prolongación de su cuerpo, la mecieron viéndola crecer. En algún momento se las arrebataron, y sus dedos largos con aparente fragilidad se transformaron, prendiéndose como garras y mostrando su valor.
Por años se estiraron con las palmas abiertas ofreciéndose a aquel que las necesitara.
Un día quisieron descansar y se despidieron mojadas por una lágrima. Simplemente… apretando otras manos que la continuarán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario