EL ARRANQUE

Un sentimiento
Con distintas expectativas el sábado 21 de agosto un pequeño grupo de vecinos y amigos de El Pinar comenzamos con la compañía y orientación de Walter una experiencia de intercambio de conocimientos, sueños y emociones entorno a la cuestión literaria. ¿Qué saldrá de todo esto? Lo iremos descubriendo en la medida que vayamos avanzando. Probablemente nazcan cosas que no imaginamos.































































viernes, 14 de enero de 2011

A partir de la lectura de fragmentos de “Las ciudades invisibles” de Italo Calvino trabajamos en el taller en forma colectiva en la descripción de una ciudad imaginaria (Ver carpeta de “Trabajos colectivos”). El coordinador nos plantea la tarea de describir una ciudad real y una imaginaria en forma de trabajo personal.  

San Gregorio de Polanco

Italo Calvino se leyó a Marco Polo y creó según dicen una obra de arte… Mi Marco Polo para esta tarea son cincuenta años de recuerdos… y los recuerdos como todos saben son bastante complicados.

No puedo precisar, sin tener que usar el Google, pero creo que la calle principal está orientada Norte-Sur. Es seguro que si vas para el Norte salís por ella; eso sí, si vas al Sur venís por ella te caes por una barranca y llegás al Lago. Bueno si vas de Este a Oeste salís del Lago y te caes también en el Lago.

Esta calle principal termina al Sur a unas cuadras de las barrancas del Río; ese trecho es un camino más o menos señalado en la primer cuadra y campo en la segunda.

Si agua la rodea, salvo por el Norte, y peces la alimentan, el postre son las naranjas…Cosas de gurises, encontramos un solo terreno que no tenía un naranjo o tangerino. En casa pese al cerco  y al murito, las vacas entraban a comer naranjas caídas.

Si pienso en la forma de esta ciudad, dibujada hacia dentro del Lago, tengo que pensar en una cabeza de perfil, con una enorme nariz, arenal que dejaba al Bañado protegido del Lago y contra lo costa. Allí las tarariras dormían la siesta para beneplácito de mi padre y sus parientes que las cazaban con arco y flecha, para hacer “bacalao”. En fin, “bacalao” de tararira…

Creo que se podría decir que la ciudad con forma de cabeza nariguda y teniendo como eje la calle principal, sigue la idea  medieval de un damero. Como un dato importante, la Iglesia y la Comisaría no estaban en la Plaza,  pero sí la Escuela y la Junta.

Las casas son comunes y modestas, salvo la del Doctor. Las hay muy antiguas y algunas modernas. Destacan el Banco, la Iglesia, la Escuela, el Liceo, el Hospital y algunos comercios, sobretodo las Estaciones de Servicio. Siguiendo la costa hay ranchos y casitas muy humildes donde viven los pescadores y los juntan leña del monte sumergido.
Se diría que el paisaje es hermoso y pintoresco. Donde el Lago casi no afecta al Río, la zona más angosta, decían unos ochocientos metros, estaba la Balsa de ganado, que hacía que además de vacas cruzaran hacia Durazno, los autos, el ómnibus y las personas y así poder salir del pueblo hacia la Capital. A unos metros, recuerdo jugar junto a unos enormes pilares de un puente proyectado y no construido antes de la Represa de Rincón del Bonete.

También destaca un pequeño “aeropuerto” donde las avionetas de los ganaderos de la zona aterrizaban. En invierno, en días de lluvia los arroyos crecidos cortaban la salida hacia el Norte, y el pueblo se transformaba en una isla, en la cual, si además había tormenta y viento, no se podía salir ni entrar ni siquiera con estas avionetas. El pueblo entonces era un pueblo de terror.

En octubre el Lago baja, entonces este cobra una dimensión extraña, entre trágica y cautivante.  El cause del Río está sobre Tacuarembó, cuando el Lago baja aparecen Lagunas y el viejo cause, y surgen los restos fosilizados del monte como brazos negros agonizantes. Los colores que predominan son Amarillo, Azul y Negro. En las Lagunas aparece una población de aves de color Blanco, Gris y Rosado, son garzas de distinto tipo. En los atardeceres el espectáculo es fascinante, casi fantasmagórico si agregamos algún pescador recogiendo su espinel o a una chata que junta madera y agrega el sonido de las sierras y las hachas.

Los pobladores viven de sus oficios y sus comercios, de sus empleos públicos y privados. En que creen y en que piensan, no lo tengo muy claro, sé que en aquellos años, fines de los cincuenta y sesenta y uno y dos, años de revoluciones para unos, fueron años de regresión para otros, años que hicieron que en esta ciudad la mayoría de sus habitantes mostraran lo peor de sí, y nos expulsaran a aquellos que no queríamos seguir encerrados, como la ciudad en invierno. Encerrados en la mediocridad de seguir a algún capanga venido de Montevideo a experimentar cómo cuatro o cinco ideas pueden ser verdaderas armas de combate y lograr “pacíficamente” sus objetivos: enfermar, aislar, expulsar, matar  a aquellos que no siguen sus consignas.

Muchos nos fuímos, a mis doce años, le costaron arrancar de un lugar bello pero cruel, donde personas que ayer me querían mataron el perrote nuestra infancia y me negaron un abrazo.

San Gregorio de Polanco, un bello lugar, una ciudad pequeña, que de alguna manera le hace honor a su nombre, “homenaje” a Gregorio Suarez, el “Goyo Geta” personaje cruel, caudillo colorado de la zona que para completar el cuadro fue a Paraguay a terminar su nefasta obra de exterminio. Algunos cuentan, un descendiente de este personaje, que a su madre, los blancos, la desgarretaron y la arrastraron, atada aun caballo, por el pueblo, y la dejaron morir, muy cerca de donde estaba la Escuela. Siempre pensé, que aquella mujer pedidora de ese monstruo, no se merecía tal maldad…

Nosotros fuimos a San Gregorio, buscando un paraíso, que lo era, mirado de afuera, encontramos el infierno, mirado desde dentro. Todo esto es parte fundamental de mi vida, con infierno y paraíso.

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